Quiénes somos


Somos una organización sin ánimo de lucro, creada en el IV Congreso de las Comisiones Obreras de Madrid (mayo de 1987) como Asociación Cultural y en 2008 como Fundación.

La Fundación tiene como finalidad promover manifestaciones culturales, entendiendo la cultura como un derecho básico y fundamental para la formación integral de las personas y el desarrollo progresista de la sociedad.


QUÉ ENTENDEMOS POR CULTURA


Para la Fundación Ateneo Cultural 1º de Mayo la Cultura como patrimonio es el largo río que llega a una determinada generación de seres humanos, un río que le transmite valores éticos, estéticos, históricos, ideológicos, simbólicos... Siendo la diversidad cultural uno de los  principales patrimonios de la humanidad. Es el producto de miles de años de historia, fruto de la contribución  colectiva de los pueblos, a través de sus lenguas, imaginarios, tecnologías, prácticas y creaciones,  constituyendo uno de los elementos esenciales de transformación de la realidad social. Concebimos también la cultura como conciencia, quizá la forma más omnipresente de cultura. Todos los seres humanos tienen cultura desde el momento en que pueden ser conscientes de su situación, de su relación con los demás y con la naturaleza.
La cultura, pues, no es sólo creación artística, patrimonio, distribución y consumo de bienes o servicios culturales. Es también opinión, valores compartidos, puntos de referencia que encuadran nuestras vidas personales y nuestras relaciones sociales.
Frente a las dos concepciones de cultura señaladas (como patrimonio y como conciencia) han existido tradicionalmente dos políticas culturales. La de la reacción, tendente a integrarlas en un cuerpo de verdades establecidas, defendidas por el poder para apuntalarlo y permanecer en él. Y la de las fuerzas de progreso que parten de una posición crítica que cuestiona y trata de cambiar lo establecido con la intención de transformarlo positivamente. Sin embargo, la izquierda,  pocas veces ha analizado y comprendido su papel en profundidad  dentro de una dinámica de auténtico progreso y transformación. Se ha limitado a la denuncia de las maldades perpetradas por la derecha en el terreno de la política cultural y de la organización de la cultura, y raras veces ha apostado a fondo por un modelo cultural realmente alternativo.
La cultura no es neutral. Transmite una forma de pensamiento, la de quienes la han elaborado. La creación artística y cultural no es independiente de la forma de pensar de sus autores, y éstos no son independientes del sistema sociopolítico y económico en el que se desenvuelven. En ese sentido, el capitalismo necesita producir y reproducir sus condiciones de vida y entre ellas figuran sus representaciones del mundo, sus imágenes del mismo, producir mecanismos ideológicos, mitos, valores, normas ocultas, etc. para perpetuar la dominación. La cultura es un espacio de conflictos ideológicos y en el capitalismo, además, es un útil mercado de productos ideológicos. El negocio cultural le resulta a la burguesía doblemente rentable, pues a la vez que consigue beneficios, hace propaganda de su opción política e ideológica entre todos aquellos que absorben los mensajes adquiridos a través de su difusión cultural.
Lo que nos transmite como cultura el pensamiento dominante insiste en los aspectos consumistas y superficiales de la distribución de productos, pero elude ante los ciudadanos el debate sobre aspectos importantes como son los contenidos y la función social de todo un ajetreo creativo y comunicacional puesto, hoy más que nunca, al servicio de una dominación de clase que, además, te vende y te cobra los instrumentos de dominación. O sea, que las expectativas culturales que podemos alcanzar hoy, parecen reducirse al consumo de bienes en tiempo de ocio, el adoctrinamiento impartido por los medios de comunicación, la publicidad, y a la confusión entre la vida que nos proponen, la que vivimos y los valores que sirven para orientarse en las relaciones socioculturales.
Nos preocupa que nuestros jóvenes encuentren un aliciente para sus vidas en prácticas de riesgo, ya sea a través del sexo, de la droga, o de la circulación, nos preocupa que la violencia se adueñe de las relaciones internacionales e interpersonales, nos indignan los malos tratos a mujeres, niños y ancianos, la explotación salvaje de la humanidad y los recursos naturales, el terrorismo y el imperialismo, el acoso del poder sobre las personas y los pueblos, la progresiva pérdida de los derechos duramente adquiridos por los trabajadores, las políticas opresoras de privatizaciones, desregulaciones,  empresas de trabajo temporal, inflación y rebaja del salario real, construcción neoliberal de la Unión Europea, etc., etc. ... Decimos que se están perdiendo los valores... pero cuando se delibera sobre un programa cultural de izquierda no se pasa de la programación de actividades con bien intencionados criterios en el mejor de los casos, cuando no sometidos al mercado cual artículo de consumo expuesto en los anaqueles de una gran superficie y mercancía con la que se especula.
Corren, pues, malos tiempos y resulta urgente una política cultural progresista que trate, al menos, de corregir los excesos del sistema imperante y busque establecer nuevas bases donde apoyar la resistencia  ciudadana a la situación actual y desde las que pudieran proponerse alternativas.
Entendemos que una política cultural de izquierdas ha de pasar por las siguientes tres premisas: 1)  Asimilación  del patrimonio cultural, favoreciendo el conocimiento y práctica de las artes, rompiendo las barreras del mercantilismo cultural. 2) Fomento del papel modificador de la conciencia crítica. 3) Fomento de la conciencia de clase con el replanteamiento de un nuevo sentido del progreso: una cultura de la supervivencia frente a la aniquilación de la naturaleza; una cultura de la igualdad (no de la uniformidad)  que satisfaga las necesidades de todos los seres humanos; una cultura de la liberación, que luche contra la alienación y la contaminación de las conductas colectivas e individuales; y una cultura de la paz y los derechos humanos como valor fundamental.
Así mismo asumimos los principios de la Agenda 21 de la Cultura aprobada en Barcelona en mayo de 2004 en el marco del Foro Universal de las Culturas, documento orientador de las políticas públicas de cultura y como contribución al desarrollo cultura de la humanidad. En esa línea, señalamos algunos puntos que estimamos importantes, entre otros:
1.     La participación ciudadana en la formulación, el ejercicio y la evaluación de las políticas públicas de cultura. Búsqueda de colectivos sociales con la necesidad y/ o capacidad de reaccionar frente a la situación actual; apoyando al funcionamiento de nuevas redes de socialización, de nuevas redes de comunicación y creación de espacios de encuentro y relación entre la ciudadanía.
2.     Una cultura que sirva a la ciudadanía frente al consumismo cultural, rescatando y promoviendo la cultura popular, entendiendo por ella la cultura que nos sirve para defendernos de los excesos y alienaciones del sistema imperante, y ofreciendo a la ciudadanía los medios para que puedan elaborar criterios propios sobre sus necesidades culturales y la forma de satisfacerlas.
3.     Garantía de la financiación pública de la cultura, apoyando y promoviendo el mantenimiento y ampliación de los bienes y servicios culturales;  buscando la universalización del acceso a éstos; primando el desarrollo cultural mediante la acumulación de recursos (capacitación y medios materiales) frente a la cultura-espectáculo y sus resultados efímeros; persiguiendo que la oferta llegue a la  ciudadanía mediante la actuación sobre las infraestructuras (bibliotecas, archivos, museos, centros culturales, espacios para espectáculos,...) y la optimización de su uso;  fomentando que las industrias culturales atiendan objetivos sociales a través de medidas legislativas, fiscales, promocionales,...
4.     La educación para el consumo cultural, facilitando a la ciudadanía conocimientos y mecanismos para adquirir los puntos de referencia necesarios a fin de entender si lo que nos propone el mercado nos es útil o superfluo. Generar instancias de coordinación entre las políticas culturales y educativas, impulsando el fomento de la creatividad y la sensibilidad.
5.     La cultura en la calle recuperándola como espacio cultural de relación y convivencia, no masificado ocasionalmente (por ejemplo, la llamada Noche Blanca) sino sistematizado.
6.     La diversidad cultural y los mestizajes, garantizando la expresión y participación de las personas con culturas procedentes de la inmigración, fomentado la diversidad cultural, favoreciendo el contacto cultural entre grupos, ofreciendo a nuestros inmigrantes un mejor conocimiento de las claves culturales de nuestra sociedad, y teniendo en cuenta las necesidades culturales que se desprenden  de su existencia.
7.     La cultura libre y el conocimiento libre con el objetivo de promover la libertad de conocimiento así como el derecho de todas las personas de acceder, usar, crear, modificar y distribuir conocimiento libre y abiertamente. Fomentar los programas dirigidos a divulgar la cultura científica y la tecnología entre la ciudadanía.